SIMONETTA «La Sans Pareille»

Aunque a muchos no les suene de nada el nombre de Simonetta, una gran mayoría conoce su rostro.

La Bella Simonetta, como se conoce a Simonetta Vespucci, considerada la mujer más hermosa de su tiempo que se ha convertido en inmortal gracias a Sandro Botticelli y que enloqueció de amor al artista y a toda la Florencia del Renacimiento,  fue la musa del amor para una generación de artistas verdaderamente prodigiosa, en la que rivalizaron en talento Leonardo y Botticelli, coetáneos de Tiziano, Rafael  y Miguel Ángel. 

Simonetta Cattaneo di Candía nació en 1.453 o 1.454, probablemente en la costa de Liguria, en el seno de una rica familia de  la nobleza genovesa. A los 16 años contrae matrimonio con Marco Vespucci (pariente del cartógrafo y explorador que dio nombre a América) y se traslada a vivir a Florencia.

Simonetta llega a una Florencia en pleno auge del Quattrocento renacentista dominada por los Médici, con Lorenzo el Magnífico a la cabeza. La cúpula del duomo de Florencia todavía estaba en construcción y la ciudad era un hervidero de artistas revolucionados con la nueva corriente del Renacimiento italiano. La sociedad florentina era tremendamente sensible al arte y la belleza, y la presencia de Simonetta en la ciudad causó un fervor que enloqueció a los nobles florentinos, que no tardaron en llamarla “La Bella Simonetta”.

Entre sus admiradores se encontraban los mismísimos hermanos Médici. Giuliano de Médici, hermano de Lorenzo el Magnífico, decidió profesar su amor hacia Simonetta a través de una justa, llevando en su estandarte pintado por Boticelli la figura de Simonetta como Palas Atenea en la que estaba escrita una leyenda en francés :“La sans pareille”, la sin igual, la incomparable. En la justa resultó ganador Giuliano, nombrando a Simonetta “Reina de la belleza y dama de su corazón”. Dicen que entre ellos hubo un romance conocido en la ciudad y que el mismo Sandro Botticelli inmortalizó a través de la obra Venus y Marte, con Simonetta y Giuliano como protagonistas.

El amor que Sandro Botticelli le profesó fue platónico y tristemente nunca correspondido. A pesar de ello Simonetta fue la musa del pintor. Realizó innumerables estudios del rostro de Simonetta que le permitieron plasmarla en sus principales obras, las cuales se han convertido en algunos de los cuadros más destacados de la Historia del Arte, como “El nacimiento de Venus” o “La alegoría de la primavera”.

Desgraciadamente, la bella Simonetta murió la noche del 26 de abril de 1476 a la edad de 23 años. La ciudad entera lloró amargamente la muerte de la joven y miles de personas siguieron su ataúd por las calles. Detrás dejaría a Giuliano de Médici y Sandro Botticelli rotos de dolor. Curiosamente Giuliano de Médici moriría el mismo 26 de abril, solo dos años después que Simonetta, asesinado en la  Conjura de los Pazzi. 

Botticelli no pudo superar la muerte de Simonetta y vivió el resto de su vida obsesionado con ella, no volvería a tener un amor conocido y nunca contrajo matrimonio. Simonetta siguió siendo su musa en sus obras a lo largo de toda su carrera, haciendo que todas las mujeres que aparecieron en sus cuadros tuvieran las facciones de su amada, hasta que murió 34 años después que ella. Cuentan que era tal el amor que le profesaba que pidió ser enterrado a los pies de su amada. Así, ambos se encuentran enterrados en la iglesia de los Vespucci, en Florencia. Un amor eterno que quedará siempre entre lienzos.

Nuestra camisa de lino blanca, modelo icónico de la firma, toma su nombre de «La Bella Simonetta», por su elegancia, su belleza atemporal y porque es una pieza que enamora a toda la que la tiene en sus manos.

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